martes, 4 de marzo de 2014

Algo más que un maniquí

La Rosa es algo más que una empresa destinada a la creación de maniquíes, la compañía milanesa ha crecido bajo la dirección de la familia Rigamonti. En 1969 Rachel Rigamonti inicia un proyecto que su hijo Gigi Rigamonti rejuvenece a partir de 1980, Gigi se ocupa del proceso creativo, concibe el maniquí como una obra de arte y su increíble talento le llevó a colaborar con todos los grandes nombres de la moda Italiana como Gianni Versace Giorgio Armani o Valentino entre otros. Actualmente Matthias Rigamonti, hijo de Gigi, es consejero delegado en la empresa y ha tenido mucho peso en la renovación de la cadena de suministro, la apertura de una nueva fábrica y la introducción normas muy estrictas relacionadas con la sostenibilidad ecológica del ciclo de producción. 

http://www.larosaitaly.com/mannequins/?lang=en
La compañía es líder mundial en la producción de maniquíes y fundamenta su posición en dos aspectos: un producto de calidad 100% italiana (La Rosa ha sido certificada por el INSTITUTO PARA LA PROTECCIÓN DE LOS PRODUCTORES ITALIANOS como una empresa 100% Made in Italy) y la sostenibilidad ecológica (cada etapa del ciclo de vida del maniquí se tiene en cuenta con el fin de reducir su impacto medioambiental: materias primas , fabricación , transporte y uso; basándose en técnicas de reciclado de residuos y el uso de energías renovables).

La sede de la compañía se encuentra en Varedo Palazzolo Milanese, a pocos kilómetros de Milán, con una superficie de 10.000 metros cuadrados y más de 140 empleados destinados al área creativa, desarrollo de productos, los programadores técnicos para escultores, pintores…

La Rosa tiene cuatro filiales en Europa localizadas en Dusseldorf, Madrid, Londres y una sala de exposición en París. Su centro de producción realiza 120.000 maniquíes al año facturando unos 20 millones de euros, de los que casi el 90% provienen del extranjero; estos datos nos sirven para valorar el peso de la compañía en su sector.

La Rosa ha convertido el maniquí en un icono de estilo a lo largo de sus noventa años de existencia. Sus piezas han evolucionado desde la hiper-personalización, buscando modelos de verosimilitud increíble y dotándolos de un poder emocional que los convierte en algo más que una herramienta, hasta la neutralidad y “desaparición” del maniquí-soporte en el momento actual.

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